Lo interesante de cambiar una vida es que cambian los resultados. Lo interesante de renovar la mente es que uno se transforma, y lo interesante de ser transformado es que uno puede experimentar la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.
Hay quienes dicen: “Que sea la voluntad de Dios”, y la voluntad del Señor se hace buena, agradable y perfecta en los que son transformados. Si no te transformas, sólo estás viendo qué bien le va a alguien más y te pasarás el resto de la vida viendo cómo Dios bendice a otros. No puedes ser transformado si no renuevas tu forma de pensar. Experimenta y desea tener la experiencia de la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios para tu vida.
En el verso 25 de Mateo 20 dice: “Entonces, Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos”.
La primera cosa que quiero enseñarte es que por años se ha escuchado decir que quien quiera ser el mayor, que sirva. Y con esa enseñanza alrededor del mundo, la gente ha empezado a servir con el objetivo de llegar a ser grande. Entonces, cuando se servía, por dentro quedaba el anhelo de la recompensa de ser el primero o el grande. Pero, la Biblia no dice así, dice que quien quiera ser el mayor será sirviente.
Muchas veces la gente sirve para ser grande y cuando llega el momento de ser promovidos y no son elegidos, se amargan y dicen: “He servido toda mi vida, ¿por qué no me eligieron a mí?” Eso pasa porque la enseñanza está mal porque para empezar no leímos bien.
La Palabra dice que el que quiera ser el mayor será el sirviente, y entonces nunca fuiste el mayor, sólo el sirviente. Si sirves con el afán de ser el mayor, de sirviente no pasas. Dios no promueve a aquellas personas que llevan por dentro el anhelo de ser grandes, lo que los promueve es la carne aunque esté disfrazada de servicio.
En una compañía había un hombre que era el gerente de mercadeo, había estado en ese puesto por varios años, y el subgerente había estado en ese cargo por 19 años. Cuando el gerente murió, ¿quién crees que pensó que iba ser promovido a la gerencia? El subgerente, porque era quien le seguía y tenía 19 años de estar ahí. Este hombre estaba triste porque había perdido un amigo, pero alegre porque sería el gerente. Cuando el gerente de la compañía informó que habría una reunión para anunciar al nuevo gerente, él llegó muy bien vestido pensando que lo ascenderían a él. Su sorpresa fue que nombraron a un joven que tenía cuatro años de estar en la empresa. Desconcertado, llegó a preguntar qué pasó porque creía que le correspondía ascender después de ser 19 años el subgerente. Y el gerente de la compañía le respondió: “Usted ha repetido su primer año 19 veces, todos los años ha hecho lo mismo. Este joven en cuatro años ha innovado la compañía”.
No es por antigüedad que te promueven, ni por servir. Dios no promueve por servir, Él sólo te manda a hacerlo, no te ofrece nada a cambio; por eso Él concluye diciendo en su Palabra: “Yo vine a servir, no ha ser servido, y ha poner mi vida en rescate por muchos”. Él no dijo: “Mi padre me va dar un lugar a su diestra y todo el mundo me va adorar. Por eso es que di mi vida, para que todos me adoren”. La Biblia dice que ante el gozo propuesto, Jesucristo sufrió la contradicción de pecadores. Jesús dio su vida porque la quiso dar.
Él que lleva los anhelos de ser el primero termina de sirviente, no llega a donde quiere porque las intenciones son malas. La intención que uno debe tener al servir no debe ser de autopromoción, ni grandeza, debe ser simple y sencillamente: Servir.
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